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Los Mayas en el deporte

Los Mayas en el deporte
EL JUEGO DE PELOTA
Sin ningún género de duda el juego de pelota es el deporte prehispánico más importante de todas las culturas, no solo maya, sino mesoamericana. A lo largo de más de dos mil años el juego de pelota pasó por diversas funciones, significados e importancia, habiéndose encontrado un gran número de espacios dedicados a su práctica a lo largo de toda Mesoamérica. No todas las canchas son iguales y la iconografía presenta variantes también, pero existe una unidad que da al juego un significado esencial. El sagrado juego de pelota tenía un sentido ritual y político.

En Chiapas se descubrió un juego de pelota que fue construido entre 1400 y 1250 a.C., casi cinco siglos antes de las canchas más antiguas conocidas en Guatemala. No hay duda tampoco de la existencia de juego durante el Preclásico Medio.

Desde el periodo Clásico, el juego de pelota fue uno de los ritos de los gobernantes mayas. Jugar a la pelota era un acto de magia para propiciar el movimiento de los astros en el cielo y la lucha de los contrarios cósmicos que hacía posible la existencia del universo. Sobre la cancha, que simbolizaba el cielo, el movimiento de la pelota recreaba las fuerzas contrarias en pugna y a la vez en armonía: Sol y Luna, día y noche, cielo e inframundo, vida y muerte. Por el sentido de lucha de contrarios, el juego se asoció con la guerra, lo que se corrobora en los relieves de jugadores con atributos guerreros que adornan, por ejemplo, el gran campo de juego de Chichén Itzá. 


En el periodo Posclásico el juego se había convertido también en una actividad profana. Había jugadores profesionales que eran protegidos por los gobernantes e incluso se hacían apuestas. Sin embargo, se conservaba la tradición de que los mandatarios jugaran como parte de sus obligaciones rituales.

En el Popol Vuh se relata que en los lejanos tiempos de la creación del universo, dos hermanos, Hunahpú e Ixbalanqué, representaban el lado luminoso del cosmos; ellos debieron enfrentarse a los seres de la oscuridad en una pugna que fue resuelta mediante la práctica del juego de pelota, iniciando con este encuentro dialéctico el eterno movimiento del día y la noche, de la luz y la oscuridad y de la vida y la muerte.También se dice que los hermanos divinos retaron a los dioses de la muerte y bajaron al inframundo para realizar el deporte ritual, conocido en la lengua maya como pok a pok, que debía su nombre al curioso sonido que producía la pelota contra el suelo y las paredes de las canchas, o cuando los jugadores la golpeaban con sus antebrazos o sus caderas.


De acuerdo con el relato, Hunahpú e Ixbalanqué jugaron denodadamente en el inframundo; su habilidad y la de los señores de la muerte se mostraba en cada una de las difíciles jugadas que se ejecutaban; la pareja de seres luminosos buscaba a toda costa la victoria, golpeando la pelota con la cadera, lanzándola cada vez más lejos y a mayor velocidad. A su vez, los engendros del inframundo respondían con destreza uno a uno los golpes de pelota.

Aunque en los tiempos cercanos a la Conquista también se jugaba a la pelota con un carácter secular y que incluso se apostaban esclavos, textiles de gran valor e importantes tesoros de oro y jade, el pok a pok, continuó siendo un rito solemne cuyo carácter astral lo vinculaba directamente con el enfrentamiento de los elementos contrarios del universo, en especial con la eterna lucha de la luz y la oscuridad. Así, el espacio, cancha o patio donde se jugaba tenían una connotación semejante a los planos celestes, de tal manera que los jugadores se transformaban en seres luminosos u oscuros como el Sol, la Luna y las estrellas. 

El espacio para el juego está constituido por dos edificios paralelos, relativamente estrechos, separados por una superficie plana, que forma la cancha propiamente dicha. Cada estructura lateral es un muro inclinado que remata en una cornisa. La parte inferior del muro suele llegar hasta la superficie plana, aunque a veces descansa sobre una pequeña banqueta. Algunas cuentan con dos edificios más que complementan los cuatro lados de un rectángulo, pero conservando un espacio entre los muros largos y los cortos; otros modelos cierran el espacio formando una “I” latina mayúscula. En total hay 11 tipos de canchas, tomando también en cuenta las diferencias en las cornisas y los remates de los muros.

Considerando el atuendo usado en el juego de pelota (cascos, arreos, cinturó, guantes, protectores de los brazos y rodilleras) y la semejanza en la forma de golpear la pelota, aunado a ciertos símbolos representados en iconografía, se ha esbozado un reglamento básico de lo que pudo haber sido el juego de pelota en la antigüedad.

El número de jugadores variaba entre uno por bando y siete; la pelota era de hule con un peso aproximado de 3 kilogramos. La pelota se lanzaba con el antebrazo, la espalda, el hombro o las caderas (según costumbres cronológicas y locales) directamente al campo contrario o utilizando el rebote de la pared con el objetivo de provocar la falta del contrario, es decir, cuando éste tocaba la pelota con la cabeza, los pies o las manos o cuando no lograba recogerla para lanzarla de nuevo.

Existe una discusión sobre si la pelota se hacía pasar por el orificio de los aros (en este supuesto se daba por terminado el partido debido a la dificultad de dicha hazaña), así como sobre si las representaciones en piedra de los yugos, hachas y palmas formaban parte de la indumentaria de los jugadores. Las hipótesis apuntan hacia teorías relacionadas con el simbolismo del fuego, el rito de la fertilidad y factores de tipo ceremonial, guerrero, astral o económico.

El juego de pelota simboliza la lucha de contrarios. Las representaciones de plantas, árboles y figuras esqueléticas lo vinculan con la fertilidad, el sostenimiento del cosmos a través del sacrificio, la vida y la muerte. La cancha es una herida en la tierra que representa una entrada al inframundo, de ahí que la mayoría de las canchas se encuentren en niveles más bajos que el de otros edificios.

El juego representa un acceso al inframundo y, al mismo tiempo, la posibilidad del renacimiento. El movimiento surgía de una armonía dual en la unidad de los opuestos en la cancha. Era el equilibrio que el hombre maya buscaba y encontraba en la naturaleza i el símbolo del movimiento era la manifestación gráfica más clara de un mundo que unificaba los opuestos.

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